Juan 16:28-33
He aquí una clara afirmación
de la venida de Cristo desde el Padre y de su regreso a Él. En su venida el
Redentor fue Dios manifiesto en carne, y en su Partida fue recibido en gloria.
Los discípulos aprovecharon el conocimiento diciendo eso; también, en fe:
“ahora estamos seguros”. ¡Sí! No conocían su propia debilidad.
La naturaleza divina no desertó de la naturaleza humana,
pero la sostuvo y dio consuelo y valor a los sufrimientos de Cristo. Mientras
tengamos la presencia favorable de Dios estamos felices y debemos estar
tranquilos, aunque todo el mundo nos abandone.
La paz en Cristo es la única paz verdadera, los creyentes la
tienen en Él solamente. A través de Él tenemos paz con Dios y, así en Él
tenemos paz en nuestra mente. Debemos animarnos porque Cristo ha vencido al
mundo ante nosotros, pero mientras pensemos que resistimos, cuidemos de no
caer. No sabemos cómo debemos actuar y entramos en tentación: estemos alertas y
orando sin cesar para que no seamos dejados solos.
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